Ya es algo que transciende a las meras palabras, son esos instantes que vuelan entre los suspiros y el silencio, llenando todo con su olor y recuerdo, emisores invisibles de pedacitos de ella que me abordan justo antes de dormir y me evocan a su boca, a su sonrisa de media sorpresa y a su forma de mirar... No tiene ni principio ni final, es la parte material de un hecho emocional y racional que se realiza en cada segundo, muere para volver a realizarse y no necesita testigos de sus escapadas con la ilógica atracción que me vuelve loco por ella.
Ella es enemiga de la provocación absurda y el escándalo barato, pero sin embargo me empuja sin saberlo al atrevimiento de vivir con los cinco sentidos en una órbita alrededor de su cama y con cierta desmesura cohibir el deseo de no separarme nunca más de su lado... puedo hablar de como un minuto con ella se resume en 60 versos, siendo poesía, cuando sin percatarse da la vuelta a los pensamientos más grises o a los gestos más cotidianos...
Su voz, eleva a arte la percepción del sonido, conjugándose en paraísos artificiales como un verbo puesto hasta el culo de la droga más adictiva que se conoce, sinestesias a parte, entraña un importante riesgo para mi estabilidad mental cada vez que la escucho y rompe de ésta manera, el silencio y mi aparente ausencia.
Tengo un millón de razones, para olvidarme de todo menos de ti...
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